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Noticias, comentarios y observaciones de la actualidad cultural, social y del coleccionismo.- News,commentaries and observations of the cultural, social and current importance and of the collections.

Durante los diez años siguientes en Núremberg, produjo un gran número de obras que le ayudaron a asentar su fama. Entre ellas destaca la serie de ilustraciones para grabar en madera del Apocalipsis (1498), los grabados de La gran fortuna y La caída del hombre. Éstas y otras obras de este periodo muestran, en su conjunto, una maestría técnica cada vez mayor en el arte de la xilografía y el grabado, un manejo de las proporciones humanas y una brillante capacidad para incorporar detalles de la naturaleza en obras que reflejan el entorno con gran realismo.
En 1498 pintó su Autorretrato que se conserva en el Museo del Prado y en 1500 el de la Pinacoteca de Munich en el que se representa con las características que habitualmente se atribuyen a Cristo y expresa de forma visual la preocupación que demostró durante toda su vida por elevar la categoría del artista por encima de la del mero artesano.
Durero volvió a viajar a Italia entre 1505 y 1507. En Venecia conoció al gran maestro Giovanni Bellini y la Fundación de Comerciantes Alemanes le encargó una obra importante: el retablo de La fiesta del Rosario (1506) que se conserva en el Museo Nacional de Praga.
En 1507 regresó a Núremberg, donde comenzó un segundo periodo de una ingente producción artística con obras como el retablo para la iglesia de los Dominicos, la tabla de la Adoración de la Trinidad , las tablas de "Adán" y "Eva" (1507 Museo del Prado), retratos y numerosos grabados, entre los que se encuentran dos ediciones de la Pasión, los grabados en madera para el Arco del Triunfo y varias series de grabados.
En 1520 Durero se enteró de que Carlos I, sucesor de Maximiliano I, iba a viajar desde España a Aquisgrán para ser coronado emperador del Sacro Imperio Romano germánico. Durero había recibido una pensión anual por parte de Maximiliano y tenía la intención de que Carlos I mantuviera esa asignación. Emprendió el viaje a Aquisgrán, que financió vendiendo grabados y otras obras durante el trayecto, y de allí pasó a los Países Bajos.
La calidad de la obra de Durero, la cantidad prodigiosa de su producción artística y la influencia que ejerció sobre sus contemporáneos fueron de una importancia enorme para la historia del arte.
En un contexto más amplio, su interés por la geometría y las proporciones matemáticas, su profundo sentido de la historia, sus observaciones de la naturaleza y la conciencia que tenía de su propio potencial creativo son una demostración del espíritu de constante curiosidad intelectual del renacimiento.